Gente que se te queda en la mente, gente que te cruzas y no sabes por qué pero hay algo de ellas que se queda en ti.
Zapatillas de andar por casa, pantalones rotos, abrigo viejo, ojos negros y profundos pero la mirada perdida. No levantó la cabeza ni una vez. Sus manos robustas y sucias, en una llevaba una preciosa rosa, y en la otra, un mechero.
El del autobús!
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